martes, 2 de febrero de 2016

EL CENTAURO, Ken Wilber (El proyecto Atman)

En la medida en que la conciencia comienza a trascender a la mente egoica y verbal, puede integrar en ella –por vez primera–a todos los niveles inferiores. Es decir, cuando la conciencia ha dejado de identificarse de manera exclusiva con el cuerpo, la persona, la sombra y el ego, puede llegar a integrar a todos esos distintos elementos en una unidad supraordenada. Este estadio se conoce con los nombres de «integración de todos los niveles inferiores» (Sullivan, Grant y Grant), «integrado» (Loevinger), «autorrealizado» (Maslow) o autónomo (Fromm, Riesman). Según Loevinger, representa una integración entre «lo fisiológico y lo psicológico», y según los estudios realizados por Broughton, se trata de un estadio en el que «el cuerpo y la mente constituyen las experiencias de un yo integrado». Este yo integrado en el que la mente y el cuerpo configuran una unidad equilibrada y armónica es lo que nosotros denominamos «centauro» (recordemos que el centauro es esa entidad mitológica en la que el cuerpo animal y la mente humana coexisten en un estado de integración perfecta). En términos generales, podríamos decir que, al establecer contacto con el nivel del centauro y al estabilizarse en él, los elementos inferiores de la personalidad –el cuerpo, el ego, la persona, la sombra y los chakras inferiores–tienden a equilibrarse mutuamente. El individuo ha comenzado a trascender trascenderlos y deja, por tanto, de manipularlos y de servirse de ellos de manera compulsiva. Este estadio, que suele ser globalmente considerado como la etapa de la autonomía, de la integración, de la autenticidad y de la autorrealización, constituye el estadio ideal de las terapias existencial-humanistas, el estadio «más elevado» al que aspira la psicología ortodoxa occidental. 
El proyecto Atman, 86-87




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